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Prejuzgar a la persona o negar la Bendición?

Sabes que estoy enfrascado en el estudio del Libro de Santiago. Y para decir verdad, me esta matando la claridad con la que nos habla. Yo hice especial incapie en un par de versiculos que quería compartirtelos. Me gustaría que hablaramos sobre todo Santiago, pero voy a detenerme en el Capítulo 1 en los versículos 13 al 15. La Reina Valera 1960 dice: 13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. 15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Tomo esta versión por que es la que mas a mano siempre tenemos, pero en algún momento veremos y compararemos varias versiones si te interesa. Pero vamos con lo que quiero expresarte. Dice en Santiago 1:13 que el creyente no puedeser tentado por Dios. Sabemos y vimos que Dios , sí nos ama, permite pruebas con el fin de fortalecernos y purificarnos en la fe. 1 Pedro 1:6,7 . Leelo por favor. Pero, aquí, en los versículos 13 al 15 la palabra "tentación" significa invitación a hacer lo que no es correcto; es la incitación a un individuo para que cometa pecado; es el estímulo para que una persona haga lo que es contrario a Dios. En los versículos 2 al 4; y el 12, la palabra "tentación" o "prueba" tiene el sentido de examen o experiencia de prueba, pero, es muy diferente aquí en los versículos 13 al 15. Aquí se refiere a la tentación con incitación para cometer pecado. Para entender esta porción es importante acordarnos del contexto histórico en que fue escrita esta carta. El escritor, Santiago, era un judío. El estaba escribiendo a los cristianos esparcidos por el mundo conocido, la mayoría de los cuales habían sido convertidos del judaísmo, esto quiere decir que Santiago, y las personas a quienes el escribía, conocían las enseñanzas básicas del judaísmo, incluyendo el origen del pecado. La mayor parte de los sacerdotes rabínicos habían llegado a la conclusión irracional que solo Dios podía haber creado la tendencia mala en el seno del hombre. De esta manera le hicieron a Dios el autor del mal. Así que, Santiago comprendía que muchos de estos nuevos creyentes en el Señor (los que había dejado el judaísmo) podían aun tener esa tendencia de culpar a Dios en el momento de ser tentados para hacer el mal. Santiago les escribe para corregir esa enseñanza y les dice en v.13 "cuando alguno es tentado , no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, y el no tienta a nadie." Recordemos, que por la providencia de Dios existe la libertad moral del hombre. Juntamente con esa libertad está la responsabilidad del hombre. Cuando alguien dice que Dios le está tentando hacer el mal, en realidad está diciendo, "yo no puedo ser el culpable si caigo y peco. Dios tiene la culpa." Por eso, Santiago clarifica este punto. En este versículo encontramos la razón de porque no podemos culpar a Dios por la tentación, o sea, el deseo de hacer algo incorrecto. Santiago explica que Dios no puede ser tentado en el sentido de que la tentación tenga poder sobre el y lo fuerce a involucrarse en el mal. La razón es fácil de entender. Dios es perfecto; tiene santidad absoluta. El aborrece todo mal. En lugar de tentar al hombre, Dios trata de ayudar al creyente ser imitador de su hijo, Jesucristo. Pero, desafortunadamente, existe en todos nosotros esa tendencia de culpar a otro, y por último, a Dios, cuando nos enfrentamos a la tentación y fracasamos. Dice en versículo 13, "Dios no tienta a nadie." Esto nos demuestra el amor y la misericordia de Dios. El nos ha provisto un camino, un modo, para recibir el perdón cuando fracasamos. 1 Juan 1:9 Leelo por favor. Si seguimos las instrucciones en este verso, si confesamos nuestros pecados, no hay porque temer a Dios. Solo hay que temerle, cuando tratamos de culpar a otro, por nuestra equívocación. Y que fácil lo hacemos. En el principio, cuando Dios se enfrentó con Adán a causa de su pecado, Adán dijo, "esta mujer...me dio del árbol..." Génesis 3:12 Y, entonces, Eva dijo, "la serpiente me engañó." Génesis 3:13 Y, aún ahora, hay quienes pretenden culpar a Dios porque el creó al serpiente. Pero, es un modo incorrecto de pensar, "Dios no tienta a nadie." Al contrario, el perdona nuestros pecados, y hasta dio a su hijo unigénito para proveer el camino de la salvación. Entonces en el versículo 14, Santiago explica que el origen de la tentación del hombre para cometer el mal, no es de Dios, sino del hombre mismo, "cada uno es tentado por su propio deseo, que lo atrae y lo seduce." Lo que pasa es lo siguiente: los deseos que nacen de adentro de nosotros, es la naturaleza pecaminosa, o el viejo hombre, tienden a ponernos en situaciones y lugares que nos compromete y esa tentación nos lleva a hacer algo completamente opuesto a la voluntad de Dios. Para poder entender esto es necesario considerar, una vez más, lo pecaminosa que es la naturaleza vieja, y, también, lo atractivo del pecado. Cuando aceptamos a Cristo esa naturaleza pecaminosa no muere y esa tendencia al mal no es destruida. Lo atractivo del pecado es una realidad. Y cuando comenzamos a pensar sobre el, esa tentación se convierte en la posibilidad cierta de realizarla. Lee los versículos 14 y 15. En estos dos versos vemos la progresión del pecado en tres pasos sucesivos. Primero, tenemos el deseo, después está la caída; por fin es la muerte. La muerte significa, no solamente la muerte física, sino la muerte de la felicidad, y la muerte de la utilidad. El creyente que fracasa no tiene gozo, y deja de servir al Señor. Su testimonio no tiene valor, y poco a poco se enfría por las cosas espirituales, hasta que por fin, es inservible para las cosas de Dios. Tal persona comienza a actuar igual que un inconverso. Le llamamos un cristiano carnal. Y sabemos que los hay y sabemos como terminan. Por supuesto que no queremos fracasar en esa manera. Queremos ser útiles en el servicio al Señor. Pero aca inevitablemente caemos en la pregunta, ¿Qué podemos hacer para combatir la tentación que diariamente nos impulsa a hacer el mal? Bueno, en la Biblia hay muchas sugerencias prácticas. Pensamos en la más importante. Tenemos la historia de cuando Cristo fue al huerto a orar en Mateo capítulo 26 versículos 36 al 41. Leelo por favor. En esta historia vemos que la primera vez que Cristo Jesús oró allí, se volvió a donde estaba Pedro, Jacobo, y Juan, creyendo que ellos también estaban orando, pero los encontró dormidos, y los censuró. Les dijo, "Velad y orar, para que no entréis en tentación." Según versiculo 41 En este verso, es fácil ver la idea de que el Cristiano debe usar el poder de la voluntad para luchar con tra la tentación. Dijo, "Velad." Pero, Cristo no solo dijo, "Velad," sino que dijo también, "Orad." Yo creo que si cada vez que somos tentados a hacer el mal, nos detenemos a pedirle ayuda de Dios para vencer la tentación, tendremos menos dificultad en salir triunfantes. Es mucho mejor orar y evitar el fracaso, que caer, y entonces, tener que pedir perdón. Cuando nos enfrentamos con la tentación, debemos poner nuestra vista en Cristo; debemos concentrarnos en él. La verdad es que nosotros, los creyentes, podemos ponernos en las manos de Cristo y del Espíritu Santo para ser limpiado del deseo del mal. Así, ese deseo no podrá concebir y dar a luz el pecado en nuestra vida. Dice Hebreos 12:2, "Puesto los ojos en Cristo, el autor y consumador de la fe..." Cristo no solo nos salva, sino que nos guarda. El llevará a cabo la obra que ha comenzado en nosotros. Podemos decir, con Pablo, "yo se a quien he creído, y estoy seguro que es poderosos para guardar mi depósito para aquel día." 2 Timoteo 1:12 Debemos estar ocupados en la obra del Señor, en las cosas buenas, que no nos dejen tiempo, ni lugar para los malos deseos. Es muy cierto que Satanás encuentra terreno fértil para hacer el mal en las vidas de los ociosos. La mente desocupada es el taller del diablo. Cristo dijo, "Velad y orar," y la razón es para alejarnos del terreno del diablo. Solo un cristiano sin experiencia, o no maduro, juega con el mal. Nunca entremos al huerto del diablo, y, entonces esperar que Dios nos cuide. Nunca entremos a un lugar del mundo, conocido por sus malos compañeros, y entonces pedirle a Dios que nos proteja del mal. Quedémonos al lado de Dios, y vigilando, y orando, para no entrar en la tentación. La verdad es que Satanás no nos puede vencer en nuestro refugio porque tenemos todo el poder de Dios a nuestro alcance. Pero al entrar en el territorio peligroso de Satanás, en leer, o ver, o practicar cosas indignas de un hijo de Dios, la caída está asegurada. No somos lo bastante fuertes para vencer a Satanás. 1 Corintios 10:12 dice, "Así que, el que piense estar firme, mire que no caiga;" Hay que estar listos y atentos en todo tiempo. Y para redondear el concepto, te escribo una historia media tonta pero sirve y trata de un hombre que trataba de escapase del policía que le perseguía para llevarlo a la cárcel. El hombre, con mucho esfuerzo, llegó hasta la frontera donde aquel policia no lo pudo arrestar. Ya , seguro de su territorio, el reo se volvió a reírse del guardia. Y el policía, un poco más sabio, le dijo, "¡Ay!, de verdad me has aventajado. ¿Qué puedo decir? Nos demos la manos y nos despidamos como amigos." Y, el prisionero extendió la mano y el policía dio un tirón y le hizo pasar otra vez al territorio de su propio estado. Entonces le puso un par de esposas y se lo llevó. Esa es la manera que Satanás nos engaña. Nosotros no creemos que el diablo nos pueda agarrar y cuando menos lo pensamos, él nos atrapa. Hay que tener siempre presente y no para repetirlo de memoria, sino para quye sea practicado de manera constante en nuestra vida el verso que dice, "El que piensa estar firme, mire que no caiga." Perdona lo extenso, pero me gusta escribir y sentí que debía compartirlo con vos. No tenes obligación de leerlo. Es mas no me molesta si me decís que no lo siga haciendo. Solo quiero que sepas que sigo ratificando que el Señor tine un hermoso propósito con tu vida y hay que ayudar a que se cumpla. Dios te bendiga.

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Reflexión Misionera

Hola, como estás. Espero que bien. Antes que nada quiero pedirte disculpas por tratar de explicarte cosas que seguramente las sabes y de sobra. En estos viajes que estuve haciendo vi algo en la practica cotidiana de los cristianos que voy a intentar explicartelas. Esta frase: Los Mansos heredarán la tierra, que logicamente viene de: No ofreció resistencia, dócilmente fue llevado a la cruz; manso como cordero fue llevado al matadero. ( Isaías: 53-7). Vos sabes que la gente asocia la palabra manso con débil. Quizás una de las causas principales por la cual ocurre esto radica en que algunos diccionarios dan una definición secundaria de la palabra manso como "muy sumiso". Entonces muchos se preguntan: ¿Qué habrá intentado decir El Señor cuando dijo:"Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra"? (Mateo 5:5). ¿Esto no pareciera estar demasiado claro creo yo?. A simple vista no esta claro, pero estoy seguro que Jesús jamás diría: "Bienaventurados los sumisos, porque ellos heredarán la tierra". Pero si queremos saber bien lo que Dios quiso deciren Mateo 5:5 primero debemos descubrir el significado que él da a la palabra "manso", y ésto solo lo podemos aprender leyendo otros textos bíblicos y no un diccionario común. La biblia nos enseña siempre con la misma biblia. Ser manso según las escrituras revela humildad, es una actitud hacia Dios mediante la cual los creyentes aceptan ser tratados como él lo desea, sin ofrecerle resistencia ni pelea. En su breve paso por la tierra Jesús nos dejó un claro ejemplo sobre esto, él siempre se deleitaba haciendo la voluntad de su Padre. La mansedumbre que El Señor manifestó hacia los hombres era fruto del poder, él fue manso pues teniendo a su mando los recursos infinitos de Dios podía haber evitado su crucifixión pidiendo a los ángeles que lo protejan o simplemente destruyendo a sus adversarios usando la espada de su voz, pero no lo hizo y a cambio dijo a sus angustiados y agobiados seguidores: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mateo 11:29). Sin lugar a dudas Jesucristo era y es el mejor y mas excelente ejemplo de mansedumbre y humildad!. Y si nos encontramos fatigados y atribulados, El Señor nos convida con una porción muy grande de esa paz y mansedumbre que nace de su esencia. ¿Nos hemos preguntando alguna vez cuán misericordiosos somos? Muchas veces confundimos la misericordia o la compasión con la lástima y eso no es cristiano, por que el que tiene lástima inconscientemente se presenta como superior al otro, en cambio el que tiene misericordia establece una relación de hermanos para encontrar JUNTOS el camino del Señor. Hoy nuestro Amado Dios tiene dos moradas, una está en el cielo junto a los ángeles y la otra en los corazones humildes y agradecidos de sus hijos. Amén! Yo hoy que no soy nada quiero BENDECIRTE Y DETERMINO que la angustia primera será olvidada y habrá un nombre escrito sobre tu frente y una marca sobre tu corazón que dirá, olvido divino, nunca más el terror amedrentador de los hombre tocará tu débil corazón, no se oirá en tu tienda la voz de tus angustiadores, porque así dice el Señor el Santo de Israel: He aquí que mis siervos comerán, y vosotros tendréis hambre; he aquí que mis siervos beberán, y vosotros tendréis sed; he aquí que mis siervos se alegrarán, y vosotros seréis avergonzados; he aquí que mis siervos cantarán por júbilo de corazón, y vosotros clamaréis por el dolor del corazón, y por el quebrantamiento de espíritu aullaréis. El espíritu de Dios te pastoreará, como a una bestia que desciende al valle; así pastoreaste a tu pueblo, para hacerte nombre glorioso. Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. No tema mi pueblo amado, porque te amare de pura gracia. Pido que vos obtengas la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna. Pido que como el apóstol Pablo puedan decir: “Yo sé a quien he creído”, plenamente convencidos de que el que comenzó en ellos la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. (1 Jn 5:13; 2Ti 1:12; Fil 1:6) Señor, te pido que lleve una vida disciplinada, que esté siempre dispuesto a escuchar y seguir un buen consejo. Pido que seas una persona responsable, en quien se pueda confiar, y que confíen en Dios de todo corazón. (Pr 1:8-9; 3:5-6) En el nombre precioso de Jesús, Amen, Amen y Amen

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El Placer del Señor por los nombres

El pasillo está en silencio excepto por las ruedas del balde y los pies que va arrastrando el viejo. Ambos suenan cansados.
Ambos conocen estos pisos. ¿Cuántas noches los ha limpiado Roberto? Siempre cuidando de limpiar los rincones. Siempre cuidadoso de colocar su letrero amarillo de advertencia debido a los pisos mojados. Siempre se ríe al hacerlo. «Cuidado todos», se ríe para adentro, sabiendo que no hay nadie cerca.
No a las tres de la mañana.
La salud de Roberto ya no es la de antes. La gota siempre lo mantiene despierto. La artritis lo hace renguear en el trabajo. Sus Lentes son tan gruesas que sus globos oculares aparentan ser el doble de su tamaño real. Sus hombros están caídos. Pero realiza su trabajo. Empapa el piso con agua jabonosa. Limpia las marcas de los tacones que han dejado los abogados de paso firme. Acabará su tarea una hora antes de la hora de irse. Siempre finaliza temprano. Ha sido así durante veinte años.
Cuando acabe guardará su balde y se sentará afuera de la oficina del socio de mayor antigüedad y esperará. Nunca se va temprano. Podría hacerlo. Nadie lo sabría. Pero no lo hace.
Una vez quebrantó las reglas. Nunca más.
A veces, si la puerta está abierta, entra a la oficina. No por mucho tiempo. Sólo para mirar. La oficina es más grande que su casa. Recorre con su dedo el escritorio. Acaricia el sofá de suave cuero. Se queda de pie ante la ventana y observa mientras el cielo gris se torna dorado. Y recuerda.
Una vez tuvo una oficina como esta.
Por allá cuando Roberto era Robert. En aquel entonces el encargado de limpieza era un ejecutivo. Hace mucho tiempo. Antes del turno nocturno. Antes del balde de limpiar. Antes del uniforme de mantenimiento. Antes del escándalo.
Roberto ya no piensa mucho en el asunto. No hay razón para hacerlo. Se metió en dificultades, lo despidieron y se fue de allí. Eso es todo. No hay muchos que sepan del asunto. Mejor así. No hay necesidad de decirles nada al respecto. Es su secreto.
La historia de Roberto, dicho sea de paso, es real. Cambié el nombre y un detalle o dos. Le asigné un trabajo diferente y lo ubiqué en un siglo diferente. Pero la historia es verídica. La has escuchado. La conoces. Cuando te dé su verdadero nombre, te acordarás.
Pero más que una historia verdadera, es una historia común. Es una historia sobre un sueño accidentado. Es una historia de un choque entre esperanzas elevadas y duras realidades.
Les sucede a todos los soñadores. Y como todos hemos soñado, nos sucede a todos.
En el caso de Roberto, se trataba de un error que nunca podría olvidar. Un grave error. Roberto mató a alguien. Se encontró con un matón que golpeaba a un hombre inocente y Roberto perdió el control. Asesinó al asaltante. Cuando se corrió la voz, Roberto se fue.
Roberto prefiere esconderse antes que ir a la cárcel. De modo que corrió. El ejecutivo se convirtió en un fugitivo.
Historia verídica. Historia común. La mayoría de las historias no llega al extremo de la de Roberto. Pocos pasan sus vidas huyendo de la ley. Muchos, sin embargo, viven con remordimientos.
«Podría haber tenido una beca para la universidad», me dijo un hombre la semana pasada estando en el área de salida. «Tuve una oferta apenas salí de la secundaria. Pero me uní a una banda de rock. Al final nunca fui. Ahora estoy atrapado reparando puertas de garaje».
«Ahora estoy atrapado». Epitafio de un sueño fuera del riel.
Toma un almanaque de la escuela secundaria y lee la frase de «Lo que quiero hacer» debajo de cada retrato. Te marearás al respirar el aire enrarecido de visiones de cumbres de montañas:
«Estudiar en universidad de renombre».
«Escribir libros y vivir en Suiza».
«Ser médico en país del Tercer Mundo».
«Enseñar a niños en barrios pobres».
Sin embargo, lleva el almanaque a una reunión de ex compañeros a los veinte años de graduados y lee el siguiente capítulo. Algunos sueños se han convertido en realidad, pero muchos no. Entiende que no es que todos deban concretarse. Espero que ese pequeñito que soñaba con ser un luchador de sumo haya recuperado su sentido común. Y espero que no haya perdido su pasión durante el proceso. Cambiar de dirección en la vida no es trágico. Perder la pasión sí lo es.
Algo nos sucede en el trayecto. Las convicciones de cambiar el mundo se van degradando hasta convertirse en compromisos de pagar las cuentas. En lugar de lograr un cambio, logramos un salario. En lugar de mirar hacia adelante, miramos hacia atrás. En lugar de mirar hacia afuera, miramos hacia adentro.
Y no nos agrada lo que vemos.
A Roberto no le gustaba. Roberto veía a un hombre que se había conformado con la mediocridad. Habiendo sido educado en las instituciones de mayor excelencia de su pais, trabajaba sin embargo en el turno nocturno de un trabajo de salario mínimo para no ser visto de día.
Pero todo eso cambió cuando escuchó la voz que provenía del balde. (¿Mencioné que esta historia es verídica?)

Al principio pensó que la voz era una broma. Algunos de los hombres del tercer piso hacen bromas de este tipo.
-Robert, Robert -llamaba la voz.

Roberto giró. Ya nadie le decía Robert.
- Robert, Robert.
Giró hacia el balde. Resplandecía. Rojo brillante. Rojo ardiente. Podía percibir el calor a dos metros de distancia. Se acercó y miró hacia adentro. El agua no hervía.

-Esto es extraño -murmuró Roberto al acercarse un paso más para poder ver con mayor claridad. Pero la voz lo detuvo.

-No te acerques más. Quítate el calzado. Estás parado sobre baldosa santa.

De repente Roberto supo quién hablaba.

-¿Dios?
No estoy inventando esto. Sé que piensas que sí lo hago. Suena alocado. Casi irreverente. ¿Dios hablando desde un balde caliente a un conserje de nombre Roberto? ¿Sería creíble si dijese que Dios le hablaba desde una espino ardiente a un pastor llamado Moisés?
Es la historia de Moisés..No es Roberto..es Moisés y la historia podría repetirse y podrías ser tu.

Ya no huyas..Aún hay una nueva oportunidad.

Max Lucado, M. 2001. Cuando Dios susurra tu nombre . Caribe-Betania Editores: Nashville
Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián. Exo 2:15

Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: !!Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Exo 3:4

Y Dios le dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Exo 3:6

Tu que harás, esta historia es verdad. Le pusiste tu nombre al protagonista. Al Señor le place ponerte el nombre que el desea. Dios te bendiga.

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Preparados para los ataques

Nadie sabe su nombre. Tampoco dónde vive. Menos de dónde provino. Lo que sí saben todos es que el desconocido, harapiento y con mal olor (seguridades de que era un mendigo), asaltó un colectivo de transporte urbano en Buenos Airs. Lo hizo aprovechando que el vehículo estaba lleno de pasajeros.
Lo más insólito es el método que utilizó. O mejor, el arma de la que se valió: simplemente dos ratas de desagüe. Se subió rápidamente al autobús y esgrimió los roedores amenazando que si no le entregaban el equivalente en dinero, a cuarenta pesos, las dejaba libres.
Los pasajeros estaban aterrorizados. Alguien le extendió un billete, el hombre comprobó que no era lo que esperaba y redobló sus amenazas. La tensión iba creciendo en el lugar. El chofer le pidió que se bajara, a lo que el vagabundo respondió acercándole a la cara las ratas.
Una de las testigos lo describió como un tipo alto, delgado, de cabello rizado, con barba de varios días, y totalmente descuidado en su presentación.
Al final del episodio, que no duró más de quince minutos, se bajó del automotor y desde la acera no cesaba de hacerles muecas y mostrar los dos animalitos, que además de inseparables compañeras se han convertido en su instrumento para delinquir.
La noticia insólita, despertó alegría entre muchos y, para otros, fue motivo de preocupación por las enfermedades que transmiten estos roedores. Hay quienes especulan que el hombre no tenía intención de dejarlos libres en aquél lugar, sólo era para amenazar.
¿Sabía usted que un artífice de amenazas, aunque sabe que está vencido, es Satanás? Es especialista en desatar miedo entre las personas. A muchos cristianos les despierta inseguridad.
El apóstol Pablo describió su accionar de la siguiente manera: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Pedro 5:8).
Pese a ello, ya está vencido en la cruz, y si permanecemos aferrados de la mano del Señor Jesús, obtendremos la victoria, cualquiera que sea la circunstancia; aún tratándose de las tentaciones que tanto preocupan. Dios te bendiga.

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Estas resentido con Dios

Un hombre agricultor de pocos recursos económicos marchaba de su isla natal en la costa occidental de Escocia, donde no había medios de comunicación por lo que, había visto pocas cosas. En el barco le contaban acerca de las maravillas que vería en la isla de Mull.

La isla de donde él venía llamada San Kilda, era muy poco fructífera y tenían que trabajar mucho para poder sacar fruto de la tierra.

Uno de los pasajeros, le preguntó al agricultor si había oído hablar de Dios alguna vez. El labriego, un tanto resentido de
semejante pregunta, preguntó a su vez a ese compañero de viaje de dónde venía él.

El otro pasajero le respondió con mucho orgullo que él era de una tierra donde la naturaleza daba frutos abundantes y cuyas comodidades ofrecían a las gentes una vida maravillosa.

-Ah, entonces me explico por qué se olvidan de Dios. Nosotros como tenemos que depender de El jamás podemos olvidarlo.

“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;Eclesiates 12:1

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Has pensado en las consecuencias

Era una tibia noche del verano moribundo. La paz del barrio, la tranquilidad de la calle y el aire balsámico invitaban a salir, a dar un paseo y a jugar con los amigos. Y Susana Martinez de Pompeya, salió al encuentro de la noche.

Pero no halló la tranquilidad que deseaba. Lo que halló fue una bala. Una bala que le dio en pleno rostro a sólo una cuadra de su casa. Nadie sabe quién hizo el disparo, y mucho menos por qué lo hizo. Pero en un instante Susana entró en el silencio eterno, herida por el disparo de un inconsciente. Susana tenía cuatro años de edad.

¡Cuántas lecciones pueden aprenderse de ese infausto suceso! Un homicidio ciego como ese, sin razón alguna, y de una inocente niñita de apenas cuatro años de edad, lo deja desorientado a uno.

¿Qué placer se siente al disparar tiros al aire? ¿Qué mórbido impulso mueve a quienes tienen un arma de fuego y la usan sólo por placer? ¿Dónde deja su sentido común la persona que hace eso? Él o ella tiene que saber que ese perdigón de plomo cae necesariamente en algún lugar.

¿Por qué una bala perdida tiene que alcanzar a una inocente niñita de cuatro años de edad, alegría del hogar y encanto de sus padres? ¿No podría esa bala haberle tocado a algún anciano decrépito para quien una muerte instantánea es casi una bendición?

¿A qué alturas pudiera haber llegado ese pequeño ser a quien, apenas saliendo a la vida, le fue truncada su existencia de forma tan absurda, insensata e injusta? ¿Cuándo se acabarán todas las armas de fuego de este mundo, y se fabricarán sólo palas, azadas y rastrillos de arado?

A pesar de una tragedia como esa, hay esperanza cuando es una inocente criatura la que se va de esta vida. Jesucristo, el Hijo de Dios, dijo algo interesante en cuanto a los niños: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos» (Mateo 19:14). La pequeña Susana entró de inmediato en el cielo cuando su cuerpo quedó exánime en la vereda, ya que la gracia de Dios y la redención de Cristo en la cruz la cubren, la protegen y la salvan.

Quienes necesitan arrepentimiento, sincero y profundo, son los que practican la violencia y cometen delitos y crímenes atroces. Necesitan dejar el imperio de la furia y recibir a Jesucristo, el Príncipe del amor y de la paz.

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