Un día frío de invierno, un joven caminaba por una población no muy buena, al doblar en una esquina repentinamente chocó en sus piernas un pequeño de muy poca edad, el pequeño asustado y tiritando se aferró a las piernas del joven, mientras este contemplaba al pequeño escucho unos gruñidos, al levantar la mirada, vio unos perros rabiosos queriendo atacar al pequeño, al darse cuenta se agacho a proteger al pequeño exponiéndose a los perros quienes se abalanzaron mordiéndole y tironeando sus ropas y su piel, el pequeño no hacia más que llorar desesperado. Después de un rato logró ahuyentar a los perros, al incorporarse vio al pequeño con sus ojos llenos de lágrimas y su rostro sucio, tomó su abrigo ensangrentado por el ataque y lo cubrió y limpió sus lágrimas, se propuso llevárselo a su casa mientras encontraba a sus padres. En el trayecto, aparece un hombre muy rudo reclamando a su hijastro, el joven al ver una actitud muy grosera, le negó al pequeño preguntando por su madre, él contestando muy furioso, ¡solo yo soy su familia!, y empujándolo se lo vuelve a reclamar, el pequeño levanta una voz lastimera, "no me deje ir con el", el Joven se niega a entregarlo y el hombre comenzó a golpear al Joven con lo que encontraba, nuevamente protegiendo al pequeño, se agacha para que no le pase nada, y empieza a llover muy fuerte. Viendo el hombre que por más que lo golpeara no soltaría al pequeño, y que el clima se estaba poniendo peligroso por una posible tormenta, le dice: "haz lo que quieras con el mocoso". El joven se incorporó muy adolorido, y más ensangrentado que antes; toma al pequeño en sus brazos para cuidarlo de la fuerte lluvia y el frió, el viento lo movía de un lado a otro de la calle, pero logra llegar a su casa, pone al pequeño en el baño, lo lava, cura sus heridas, y le pone ropa limpia que encontró de sus hermanos menores, lo lleva a la cocina y le da de comer. Pronto llega el padre del Joven y al verlo maltratado, su rostro hinchado y su cuerpo magullado, le pregunta que le ocurrió; el Joven le cuenta todo, y le dice Padre ¿puede quedarse a vivir en nuestra casa?, yo lo cuido como a mis otros hermanos, el padre lo mira con orgullo y lo abrasa, y mirando al pequeño le extiende sus brazos y le dice, ven yo seré ahora tu padre. ¿No es lo que Hizo Cristo por nosotros?, los perros son los demonios que nos atormentaban, el padrastro era Satanás que era nuestro dueño, la tormenta nuestros problemas y dificultades, más Cristo nos salió al encuentro.