Un precio muy alto Eran días cuando existía todavía la esclavitud en América. Un Señor tenía dos esclavos y había un torreón en su casa que necesitaba de una reparación urgente, pero era bastante difícil llegar a él. Únicamente era posible poniéndose en la punta de una tabla que saldría a través de una pequeña ventana hacia el exterior y que alguna otra persona se pusiera de contrapeso en el otro extremo interior. El amo cogió a sus dos esclavos y les llevó al torreón de la casa y mandó a uno de ellos ponerse dentro, encima de la tabla y al otro salir hacia fuera para hacer la obra de reparación necesaria. Pero el segundo esclavo se negó rotundamente a cumplir las órdenes del dueño y le dijo: "Aquel podría levantarse y yo me iría abajo". Al instante el amo se sentó en la tabla e inmediatamente el esclavo se puso en el lado opuesto a hacer su trabajo hasta terminarlo finarlo. Al acabar el dueño le preguntó: "¿Por qué te has atrevido a hacerlo sin dudar cuando yo estaba sentado en la tabla?.Yo también hubiera podido levantarme. ¡Oh no, mi señor! contestó el esclavo. ¡Usted no lo hubiese hecho, porque usted pagó un precio muy alto por mí!. El amo del esclavo había gastado mucho dinero, que solo sirve para pagar cosas terrenales y a pesar de eso, el pobre esclavo sabía que por nada del mundo el amo se hubiera levantado, porque le hubiera costado muy caro. Jesús pagó un gran precio por nosotros, el precio de su sangre, que nos permite confiar en él. No nos abandonará jamás pues dio su vida por rescatarnos. El nos sostiene en los peligros y en las grandes penas.