Un hombre muy humilde pero muy vicioso y blasfemo, oyó el mensaje del Evangelio y Dios tocó su corazón, creyendo en Cristo como su Salvador. De inmediato se apartó de la vida que llevaba antes y dejó de frecuentar a sus amigos viciosos como él era antes. Estos, al saber lo que había pasado fueron a buscarlo y al encontrarlo se burlaron de él y lo insultaron mucho, pero él soportó pacientemente todo. Uno de ellos queriendo ridiculizarlo le dijo que les explicara muy claramente como es que Cristo lo había salvado. Nuestro hermano recién convertido no tenía facilidad de palabra, por lo que al no saber como explicar lo que le había pasado, las burlas aumentaron. Entonces él fue a un jardín que había al lado, tomo un puñado de hojas secas y las puso en el suelo frente a sus amigos, regresó al jardín y tomó con cuidado un gusanito, lo puso enmedio de las hojas y pidió un cerillo. Lo encendió y prendió fuego a las hojas secas. El gusanito al sentir el calor se retorcía no encontrando forma de salir de ese lugar. Entonces nuestro hermano lo tomó delicadamente, lo sacó de entre el fuego, lo colocó en el jardín para que siguiera su camino, sano y salvo. Entonces se dirigió a sus amigos que se encontraban silenciosos, y les dijo con una voz llena de dulzura: !Así me salvó Jesús". "yo era como ese pobre gusanito, yendo a la condenación del infierno, pero Cristo me tomó con su mano amorosa y me libró de las llamas, por eso ahora ya no puedo seguir en el pecado". Las lágrimas corrían por sus mejillas. Sus amigos dejaron de burlarse de él y al poco tiempo varios de ellos se convirtieron al Señor Jesús.