Al hablar de injusticia me viene a la memoria, el relato de un misionero muy famoso que vivía en las costas de Colombia. En esos momentos echó una última mirada al oleaje del mar que rugía con intensidad en aquellas horas de la tarde. Ese mar siempre le había gustado. Y en varias ocasiones pasó buen tiempo viendo atardecer. Le encantaban las imágenes del sol muriendo en el horizonte.
Aquellos recuerdos los hizo con nostalgia. Sabía que difícilmente regresaría pronto a Buenaventura, el puerto colombiano sobre el Pacífico. Salía de aquella ciudad tras recibir múltiples amenazas de muerte. Llegaron a través de terceras personas. Le advertían que lo mejor, aunque le doliera en el corazón, era abandonar sus tareas y por ende sus convicciones.
Antes de tomar la decisión lo pensó muchas veces. Tenía adelantado un trabajo social, que difícilmente la gente de los barrios marginales podría olvidar. Echó una nueva ojeada al mar y tomó conciencia de que el avión estaba desplazándose por la pista, presto a emprender el vuelo hacia su nuevo destino.
El misionero mantuvo siempre una disposición de acercamiento hacia la comunidad, también de respeto a las demás denominaciones. Es un testimonio moderno de las persecuciones que se libran contra los cristianos que se convierten en voces que claman en el desierto, denunciando aquello que va en contrasentido al de la justicia.
Su caso no es el único, sin duda. Como él, decenas de personas en todo el mundo elevan una denuncia profética de las injusticias que se cometen. Su decisión les lleva a enfrentar la persecución y hasta ser víctimas de crímenes.
El Señor Jesús se refirió a ellos de la siguiente manera: "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo 5:10).
Usted como creyente está llamado a vivir en la verdad. No permitir jamás la mentira. A poner en evidencia aquello que es contrario al evangelio. Recuerde siempre que a Cristo se le vive día a día. Es actitudes más que palabras. Es la forma que tenemos de testimoniar al mundo acerca de qué Salvador es aquél en el que hemos creído.
Hermano, estas frente a una injusticia o estas impartiendo mal tu justicia. Clama al Señor por discernimiento y sabiduría. Dios te bendiga.