Meditando en mi habitación de las grandes bendiciones del Señor, pensé en el enorme banco celestial del Señor, y recordé cuando abrí mi primera cuenta bancaria al depositar un día todo el fruto de mi trabajo "mis primicias", mi cuenta va creciendo día a día a través de cada "diezmo" que deposito en ese gran banco y sé que cada vez que siembro en el reino de los cielos el interés que recibo del banco es mayor, de la misma forma siempre aporto con gozo mis "ofrendas" pues estoy convencido que esto es una gran bendición, mi dinero está muy bien administrado porque lo tengo a plazo fijo y sólo puedo disponer de él, cuando Dios sabe que lo necesito y esto me hace apreciar el propósito del Señor al permitirme depositar mi dinero en su gran banco celestial para generar intereses y confiar que mi cuenta nunca estará vacía, por el contrario, a cada cheque que extiendo le pongo los ceros que yo quiero.