El pasillo está en silencio excepto por las ruedas del balde y los pies que va arrastrando el viejo. Ambos suenan cansados.
Ambos conocen estos pisos. ¿Cuántas noches los ha limpiado Roberto? Siempre cuidando de limpiar los rincones. Siempre cuidadoso de colocar su letrero amarillo de advertencia debido a los pisos mojados. Siempre se ríe al hacerlo. «Cuidado todos», se ríe para adentro, sabiendo que no hay nadie cerca.
No a las tres de la mañana.
La salud de Roberto ya no es la de antes. La gota siempre lo mantiene despierto. La artritis lo hace renguear en el trabajo. Sus Lentes son tan gruesas que sus globos oculares aparentan ser el doble de su tamaño real. Sus hombros están caídos. Pero realiza su trabajo. Empapa el piso con agua jabonosa. Limpia las marcas de los tacones que han dejado los abogados de paso firme. Acabará su tarea una hora antes de la hora de irse. Siempre finaliza temprano. Ha sido así durante veinte años.
Cuando acabe guardará su balde
El Placer del Señor por los nombres
Preparados para los ataques
Nadie sabe su nombre. Tampoco dónde vive. Menos de dónde provino. Lo que sí saben todos es que el desconocido, harapiento y con mal olor (seguridades de que era un mendigo), asaltó un colectivo de transporte urbano en Buenos Airs. Lo hizo aprovechando que el vehículo estaba lleno de pasajeros.
Lo más insólito es el método que utilizó. O mejor, el arma de la que se valió: simplemente dos ratas de desagüe. Se subió rápidamente al autobús y esgrimió los roedores amenazando que si no le entregaban el equivalente en dinero, a cuarenta pesos, las dejaba libres.
Los pasajeros estaban aterrorizados. Alguien le extendió un billete, el hombre comprobó que no era lo que esperaba y redobló sus amenazas. La tensión iba creciendo en el lugar. El chofer le pidió que se bajara, a lo que el vagabundo respondió acercándole a la cara las ratas.
Una de las testigos lo describió como un tipo alto, delgado, de cabello rizado, con barba de varios días, y totalmente descuidado en su presentación.
Al final del episodio, que no duró más de quince minutos, se bajó del automotor y desde la acera no cesaba de hacerles muecas y mostrar los dos animalitos, que además de inseparables compañeras se han convertido en su instrumento para delinquir.
La noticia insólita, despertó alegría entre muchos y, para otros, fue motivo de preocupación por las enfermedades que transmiten estos roedores. Hay quienes especulan que el hombre no tenía intención de dejarlos libres en aquél lugar, sólo era para amenazar.
¿Sabía usted que un artífice de amenazas, aunque sabe que está vencido, es Satanás? Es especialista en desatar miedo entre las personas. A muchos cristianos les despierta inseguridad.
El apóstol Pablo describió su accionar de la siguiente manera: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Pedro 5:8).
Pese a ello, ya está vencido en la cruz, y si permanecemos aferrados de la mano del Señor Jesús, obtendremos la victoria, cualquiera que sea la circunstancia; aún tratándose de las tentaciones que tanto preocupan. Dios te bendiga.
Estas resentido con Dios
Un hombre agricultor de pocos recursos económicos marchaba de su isla natal en la costa occidental de Escocia, donde no había medios de comunicación por lo que, había visto pocas cosas. En el barco le contaban acerca de las maravillas que vería en la isla de Mull.
La isla de donde él venía llamada San Kilda, era muy poco fructífera y tenían que trabajar mucho para poder sacar fruto de la tierra.
Uno de los pasajeros, le preguntó al agricultor si había oído hablar de Dios alguna vez. El labriego, un tanto resentido de
semejante pregunta, preguntó a su vez a ese compañero de viaje de dónde venía él.
El otro pasajero le respondió con mucho orgullo que él era de una tierra donde la naturaleza daba frutos abundantes y cuyas comodidades ofrecían a las gentes una vida maravillosa.
-Ah, entonces me explico por qué se olvidan de Dios. Nosotros como tenemos que depender de El jamás podemos olvidarlo.
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;Eclesiates 12:1
Has pensado en las consecuencias
Era una tibia noche del verano moribundo. La paz del barrio, la tranquilidad de la calle y el aire balsámico invitaban a salir, a dar un paseo y a jugar con los amigos. Y Susana Martinez de Pompeya, salió al encuentro de la noche.
Pero no halló la tranquilidad que deseaba. Lo que halló fue una bala. Una bala que le dio en pleno rostro a sólo una cuadra de su casa. Nadie sabe quién hizo el disparo, y mucho menos por qué lo hizo. Pero en un instante Susana entró en el silencio eterno, herida por el disparo de un inconsciente. Susana tenía cuatro años de edad.
¡Cuántas lecciones pueden aprenderse de ese infausto suceso! Un homicidio ciego como ese, sin razón alguna, y de una inocente niñita de apenas cuatro años de edad, lo deja desorientado a uno.
¿Qué placer se siente al disparar tiros al aire? ¿Qué mórbido impulso mueve a quienes tienen un arma de fuego y la usan sólo por placer? ¿Dónde deja su sentido común la persona que hace eso? Él o ella tiene que saber que ese perdigón de plomo cae necesariamente en algún lugar.
¿Por qué una bala perdida tiene que alcanzar a una inocente niñita de cuatro años de edad, alegría del hogar y encanto de sus padres? ¿No podría esa bala haberle tocado a algún anciano decrépito para quien una muerte instantánea es casi una bendición?
¿A qué alturas pudiera haber llegado ese pequeño ser a quien, apenas saliendo a la vida, le fue truncada su existencia de forma tan absurda, insensata e injusta? ¿Cuándo se acabarán todas las armas de fuego de este mundo, y se fabricarán sólo palas, azadas y rastrillos de arado?
A pesar de una tragedia como esa, hay esperanza cuando es una inocente criatura la que se va de esta vida. Jesucristo, el Hijo de Dios, dijo algo interesante en cuanto a los niños: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos» (Mateo 19:14). La pequeña Susana entró de inmediato en el cielo cuando su cuerpo quedó exánime en la vereda, ya que la gracia de Dios y la redención de Cristo en la cruz la cubren, la protegen y la salvan.
Quienes necesitan arrepentimiento, sincero y profundo, son los que practican la violencia y cometen delitos y crímenes atroces. Necesitan dejar el imperio de la furia y recibir a Jesucristo, el Príncipe del amor y de la paz.
Como es tu entrega a Dios
¿Qué significa para usted la palabra compromiso? Aunque es una palabra que todos conocemos, es posible que no entendamos en realidad todas las implicaciones de un compromiso firme y sólido.
Una de las enseñanzas más claras sobre el compromiso es Romanos 12:1-3, en la que Pablo llama a los cristianos a presentar sus cuerpos como un sacrificio vivo al Señor. Piense en esa imagen. ¿Cómo ofrecían las personas sacrificios en el Antiguo Testamento? Los llevaban al templo, los entregaban al sacerdote y luego se marchaban.
Claro que se marchaban. No se quedaban con las manos sobre lo que habían traído al Señor. No lo ofrecían con carácter temporal, ni esperaban recuperarlo. Simplemente lo daban, con la confianza de que Dios honraría su sacrificio.
¿Caracteriza esta clase de entrega total su compromiso con el Señor? ¿Se ha entregado usted de manera absoluta y completa a Su voluntad, dirección y propósito?
Muchas personas no pueden responder afirmativamente a estas preguntas. Es posible que esos creyentes vacilantes tengan una fe salvadora en Cristo, pero es casi como si imaginaran que hay un pequeño contrato entre ellos y Dios. Piensan de la siguiente manera: Puedes tenerme en este momento, Jesús, siempre y cuando cuides de mí. Pero si me sucede algo malo, me llevo otra vez mi sacrificio.
¿Depende tu compromiso de las bendiciones de Dios? ¿Enfrentas vos tus problemas con gozo (Stg. 1:2), o tus luchas debilitan poco a poco tu sagrado compromiso? Una fe activa y creciente exige su total entrega a Dios. ¿Estás listo para hacer ese sacrificio? Dios te bendiga