La discusión se produjo a partir de una insignificancia. Fue el detonante que desencadenó la explosión. Su esposa dijo, en pocos minutos, tantas palabras que jamás pensó fuera posible expresar en muy poco tiempo. No paraba. Iba desde improperios hasta retos, desde ofensas a su integridad morar hasta un tácito desconocimiento a los esfuerzos que había hecho por su hogar.
Mirándola dar vueltas por la estancia mientras gritaba y gesticulaba, sintió como si estuviera frente a una persona extraña. Sin duda no era la esposa con la que se comprometió a vivir "hasta que la muerte los separe" ni tampoco el ser especial al que dedicó muchos de sus esfuerzos.
En aquella ocasión escuchó términos como pusilánime, inútil, fracasado y "lo peor que me pueda haber ocurrido". Esas palabras, en su conjunto, fueron demoledoras. Como si todas las paredes del edificio hubieran caído sobre su espalda.
Se derrumbó en un sofá y dio vueltas al asunto, una y otra vez. Se acostó rayando el amanecer, más por físico cansancio que por deseo de descansar. Realmente no quería descansar. Si alguien le hubiese preguntado qué quería, le habría respondido sin dar rodeos, que caminar hasta que el camino se perdiera en el horizonte. No tenía deseos de nada más.
En ese tiempo de angustia, José Roberto Iconanby se refugió en Dios. Unas veces clamaba pidiendo que se arreglara el asunto, sobre todo cuando su esposa expresó el deseo de separarse, hasta el mero diálogo con el creador en el que no hacía otra cosa que hablar, como si se tratara de un interminable monólogo de sufrimiento y decepción.
No se deje abrumar por las circunstancias
Es probable que usted enfrente una situación similar a la de José Roberto. Por supuesto, algunas cosas variarán pero es como si el relato estuviera describiendo el mal momento por el que atraviesa. En períodos así, solemos ver el mundo ensombrecido.
Pese a todo lo que pudiera pensar, hay esperanza. Está en Dios. Las Escrituras dicen que "El Señor es bueno, es un refugio en horas de angustia: protege a los que en él confían." (Nahum 1:7. Versión Popular).No permita que las circunstancias adversas lo agobien. Hay una salida al laberinto y está en Jesucristo. En los momentos difíciles, vaya a Él en oración. Todo puede ser diferente. Las circunstancias pueden cambiar, si tan solo deposita su confianza en Aquél que todo lo puede...