Un hombre agricultor de pocos recursos económicos marchaba de su isla natal en la costa occidental de Escocia, donde no había medios de comunicación por lo que, había visto pocas cosas. En el barco le contaban acerca de las maravillas que vería en la isla de Mull.
La isla de donde él venía llamada San Kilda, era muy poco fructífera y tenían que trabajar mucho para poder sacar fruto de la tierra.
Uno de los pasajeros, le preguntó al agricultor si había oído hablar de Dios alguna vez. El labriego, un tanto resentido de
semejante pregunta, preguntó a su vez a ese compañero de viaje de dónde venía él.
El otro pasajero le respondió con mucho orgullo que él era de una tierra donde la naturaleza daba frutos abundantes y cuyas comodidades ofrecían a las gentes una vida maravillosa.
-Ah, entonces me explico por qué se olvidan de Dios. Nosotros como tenemos que depender de El jamás podemos olvidarlo.
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;Eclesiates 12:1
Estas resentido con Dios
Has pensado en las consecuencias
Era una tibia noche del verano moribundo. La paz del barrio, la tranquilidad de la calle y el aire balsámico invitaban a salir, a dar un paseo y a jugar con los amigos. Y Susana Martinez de Pompeya, salió al encuentro de la noche.
Pero no halló la tranquilidad que deseaba. Lo que halló fue una bala. Una bala que le dio en pleno rostro a sólo una cuadra de su casa. Nadie sabe quién hizo el disparo, y mucho menos por qué lo hizo. Pero en un instante Susana entró en el silencio eterno, herida por el disparo de un inconsciente. Susana tenía cuatro años de edad.
¡Cuántas lecciones pueden aprenderse de ese infausto suceso! Un homicidio ciego como ese, sin razón alguna, y de una inocente niñita de apenas cuatro años de edad, lo deja desorientado a uno.
¿Qué placer se siente al disparar tiros al aire? ¿Qué mórbido impulso mueve a quienes tienen un arma de fuego y la usan sólo por placer? ¿Dónde deja su sentido común la persona que hace eso? Él o ella tiene que saber que ese perdigón de plomo cae necesariamente en algún lugar.
¿Por qué una bala perdida tiene que alcanzar a una inocente niñita de cuatro años de edad, alegría del hogar y encanto de sus padres? ¿No podría esa bala haberle tocado a algún anciano decrépito para quien una muerte instantánea es casi una bendición?
¿A qué alturas pudiera haber llegado ese pequeño ser a quien, apenas saliendo a la vida, le fue truncada su existencia de forma tan absurda, insensata e injusta? ¿Cuándo se acabarán todas las armas de fuego de este mundo, y se fabricarán sólo palas, azadas y rastrillos de arado?
A pesar de una tragedia como esa, hay esperanza cuando es una inocente criatura la que se va de esta vida. Jesucristo, el Hijo de Dios, dijo algo interesante en cuanto a los niños: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos» (Mateo 19:14). La pequeña Susana entró de inmediato en el cielo cuando su cuerpo quedó exánime en la vereda, ya que la gracia de Dios y la redención de Cristo en la cruz la cubren, la protegen y la salvan.
Quienes necesitan arrepentimiento, sincero y profundo, son los que practican la violencia y cometen delitos y crímenes atroces. Necesitan dejar el imperio de la furia y recibir a Jesucristo, el Príncipe del amor y de la paz.
Como es tu entrega a Dios
¿Qué significa para usted la palabra compromiso? Aunque es una palabra que todos conocemos, es posible que no entendamos en realidad todas las implicaciones de un compromiso firme y sólido.
Una de las enseñanzas más claras sobre el compromiso es Romanos 12:1-3, en la que Pablo llama a los cristianos a presentar sus cuerpos como un sacrificio vivo al Señor. Piense en esa imagen. ¿Cómo ofrecían las personas sacrificios en el Antiguo Testamento? Los llevaban al templo, los entregaban al sacerdote y luego se marchaban.
Claro que se marchaban. No se quedaban con las manos sobre lo que habían traído al Señor. No lo ofrecían con carácter temporal, ni esperaban recuperarlo. Simplemente lo daban, con la confianza de que Dios honraría su sacrificio.
¿Caracteriza esta clase de entrega total su compromiso con el Señor? ¿Se ha entregado usted de manera absoluta y completa a Su voluntad, dirección y propósito?
Muchas personas no pueden responder afirmativamente a estas preguntas. Es posible que esos creyentes vacilantes tengan una fe salvadora en Cristo, pero es casi como si imaginaran que hay un pequeño contrato entre ellos y Dios. Piensan de la siguiente manera: Puedes tenerme en este momento, Jesús, siempre y cuando cuides de mí. Pero si me sucede algo malo, me llevo otra vez mi sacrificio.
¿Depende tu compromiso de las bendiciones de Dios? ¿Enfrentas vos tus problemas con gozo (Stg. 1:2), o tus luchas debilitan poco a poco tu sagrado compromiso? Una fe activa y creciente exige su total entrega a Dios. ¿Estás listo para hacer ese sacrificio? Dios te bendiga
Sabes dirigir una pregunta?
La respuesta a una pregunta depende en mucho de cómo vos la hagas. Como los vendedores de experiencia lo saben, las preguntas hechas de una manera positiva o negativa, casi siempre provocan una respuesta de acuerdo.
Un estudiante de sicología entró en el ejército decidido a probar esta teoría. Le asignaron entregar frutos al final de la línea de comida.
«¿No quiere frutos, verdad?», preguntó a los primeros hombres, el noventa por ciento dijo: «No».
Entonces probó el método positivo: «¿Quiere algunos frutos, verdad?» Casi la mitad respondió: «Este… sí… Tomaré unos cuantos».
Luego probó un tercer método basado en la técnica fundamental de «o, o». «¿Un plato de frutos, o dos?», preguntó. Y pese a que a la mayoría de los soldados no les gusta los frutos del ejército, el cuarenta por ciento tomó dos platos y el cincuenta por ciento tomó uno.
Maxwell, J. C. 1997; 2003. Actitud de Vencedor; The Winning Attitute . Thomas Nelson, Inc.
Definitivamente sí influye cómo se hace una pregunta. Sin embargo, hay una pregunta que no puede ser influída por persona alguna, sino que el Espíritu Santo prepara el corazón antes de que se haga esa pregunta. Esa pregunta es:
Te preparaste ya para pasar la eternidad con Dios?
Esta pregunta te la hago hoy mismo, porque mañana podría ser demasiado tarde.
Cantad al Señor toda la tierra, Proclamad de día en día su salvación. I Cron 16:23
Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. II Cor 6:2
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo. Apoc 12:10
La pregunta no tiene opciones. Si o No. Dios te bendiga.
Reclamos de justicia
Al hablar de injusticia me viene a la memoria, el relato de un misionero muy famoso que vivía en las costas de Colombia. En esos momentos echó una última mirada al oleaje del mar que rugía con intensidad en aquellas horas de la tarde. Ese mar siempre le había gustado. Y en varias ocasiones pasó buen tiempo viendo atardecer. Le encantaban las imágenes del sol muriendo en el horizonte.
Aquellos recuerdos los hizo con nostalgia. Sabía que difícilmente regresaría pronto a Buenaventura, el puerto colombiano sobre el Pacífico. Salía de aquella ciudad tras recibir múltiples amenazas de muerte. Llegaron a través de terceras personas. Le advertían que lo mejor, aunque le doliera en el corazón, era abandonar sus tareas y por ende sus convicciones.
Antes de tomar la decisión lo pensó muchas veces. Tenía adelantado un trabajo social, que difícilmente la gente de los barrios marginales podría olvidar. Echó una nueva ojeada al mar y tomó conciencia de que el avión estaba desplazándose por la pista, presto a emprender el vuelo hacia su nuevo destino.
El misionero mantuvo siempre una disposición de acercamiento hacia la comunidad, también de respeto a las demás denominaciones. Es un testimonio moderno de las persecuciones que se libran contra los cristianos que se convierten en voces que claman en el desierto, denunciando aquello que va en contrasentido al de la justicia.
Su caso no es el único, sin duda. Como él, decenas de personas en todo el mundo elevan una denuncia profética de las injusticias que se cometen. Su decisión les lleva a enfrentar la persecución y hasta ser víctimas de crímenes.
El Señor Jesús se refirió a ellos de la siguiente manera: "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo 5:10).
Usted como creyente está llamado a vivir en la verdad. No permitir jamás la mentira. A poner en evidencia aquello que es contrario al evangelio. Recuerde siempre que a Cristo se le vive día a día. Es actitudes más que palabras. Es la forma que tenemos de testimoniar al mundo acerca de qué Salvador es aquél en el que hemos creído.
Hermano, estas frente a una injusticia o estas impartiendo mal tu justicia. Clama al Señor por discernimiento y sabiduría. Dios te bendiga.
Cosas de niños, todavía podemos terminarlas
Esta historia, estoy seguro que mas de uno la ha vivido, pero tal vez no le tomo su peso como corresponde. Es una historia que se da en todos los colegios cuando somos chicos, por que es parte de las tacticas de los profesores para lograr la armonía en el aula. Bueno se las relato. Pero sepan que este relato no es mío.
Cierto día una maestra pidió a sus alumnos que pusieran los nombres de sus compañeros de clase en una hoja de papel, dejando un espacio entre nombres. Después les pidió que pensaran en la cosa más linda que pudieran decir de cada uno de sus compañeros y que lo escribieran debajo de su nombre.
Tomó el resto del período de la clase la tarea encomendada para poder terminar lo pedido. A medida que los alumnos dejaban el aula, entregaban a la maestra la hoja de papel.
Durante el fin de semana la maestra escribió el nombre de cada uno de sus alumnos en hojas separadas de papel y copió en ella todas las cosas lindas que cada uno de sus compañeros había escrito acerca de él.
El lunes ella entregó a cada alumno su lista. Casi inmediatamente toda la clase estaba sonriendo. "¿Es verdad?”, escuchó a
alguien diciendo casi como en un susurro. "Yo nunca supe que podía significar algo para alguien”. "Yo no sabía que mis compañeros me querían tanto”, eran los comentarios.
Nadie volvió a mencionar aquellos papeles en clase. La maestra nunca supo si ellos comentaron su contenido con alguno de sus compañeros o con sus padres, pero eso no era lo importante. El ejercicio había cumplido su propósito. Los alumnos estaban felices consigo mismos y con sus compañeros.
Aquel grupo de alumnos siguió adelante y progresó. Varios años más tarde uno de los estudiantes fue muerto en Vietnam y la maestra asistió a su funeral. Ella nunca antes había visto a un soldado en su ataúd militar. Él se veía tan hermoso y tan maduro. La iglesia estaba llena con sus amigos. Uno a uno de aquellos que tanto lo apreciaban caminaron silenciosamente para darle una última mirada. La maestra fue la última en acercarse al ataúd. Mientras estaba allí, uno de los soldados que actuaba como guardia de honor se acercó a ella y le preguntó: "¿Era usted la profesora de matemáticas de Marcos?” Ella balbuceó: "Sí”. Entonces él dijo: "Marcos hablaba mucho acerca de usted”.
Después del funeral la mayoría de lo ex compañeros de Marcos fueron juntos a una merienda. Allí estaban también los padres de Marcos, obviamente deseando hablar con su profesora. "Queríamos mostrarle algo”, dijo el padre, sacando del bolsillo una billetera. "Lo encontraron en la ropa de Marcos cuando fue muerto. Pensamos que tal vez usted lo reconocería”, dijo.
Abriendo la billetera, sacó cuidadosamente dos pedazos de papel gastados que él había arreglado con cinta y que se veía que había sido abierto y cerrado muchas veces. La maestra se dio cuenta aún sin mirar mucho que era la hoja en la que ella había registrado todas las cosas lindas que los compañeros de Marcos habían escrito acerca de él.
"Gracias por haber hecho lo que hizo” dijo la madre de Marcos. "Como usted ve Marcos lo guardaba como un tesoro”.
Todos los ex compañeros de Marcos comenzaron a juntarse alrededor. Carlos sonrió y dijo tímidamente: "Yo todavía tengo mi lista. La tengo en el cajón de encima, de un armario que tengo en mi escritorio”. La esposa de Felipe dijo: "Felipe me pidió que pusiera el suyo en el álbum de casamiento”. "Yo tengo el mío también”, dijo Marilyn. "Está en mi diario”. Entonces Victoria, otra de sus compañeras, metió la mano en su cartera, sacó una billetera y mostró al grupo su gastada y arrugada lista. "Yo la llevo conmigo todo el tiempo” y sin siquiera pestañar dijo: "Yo creo que todos hemos conservado nuestras listas.
Fue entonces cuando la maestra se sentó y lloró. Lloró por Marcos y por todos sus compañeros que no lo volverían a ver.
La densidad de la población de nuestra sociedad es tan pesada que olvidamos que la vida va a terminar un día. Y no sabemos cuando será ese día.
Así que, por favor, dile a la gente que quieres que ellos son especiales e importantes… Si no lo haces habrás perdido una magnífica oportunidad de hacer algo realmente hermoso…
Proverbios 17:17
En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.
Proverbios 18:24
El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano.
Proverbios 27:9
El unguento y el perfume alegran el corazón, Y el cordial consejo del amigo, al hombre.
Juan 15:13
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Tus amigos…. Dios te bendice al tenerlos, pero es tu obra conservarlos. Pensalo
Se que lo harás. Dios te bendiga.
El Naranjo de la reconciliación
Cuenta la historia que un joven que regresaba a su casa, lo hacía con un corazón muy cargado. Cada vuelta que hacían las ruedas del colectivo parecían decirle: «Es por demás, es por demás...» Ya tenía ocho años de no ver a sus padres. Se había ido de la casa de manera violenta, y en sus desventuras de rebeldía había tenido varios encuentros con la Policía. La última de estas acciones había dejado por saldo que fuera preso. Y antes de salir de la cárcel les escribió a sus padres diciéndoles que quería regresar al hogar, pero esto solo si ellos lo perdonaban.
En el patio de la casa de sus padres había una planta de naranjas. Este joven recordaba que el colectivo pasaba por atrás de su casa y desde el colectivo se podía ver el Naranjo. Por esa razón en la carta a sus padres les había puesto lo siguiente: «Si al pasar por la casa veo un pañuelo blanco en la planta de Naranja del patio, sabré que me han perdonado y me bajaré del colectivo en la siguiente parada. Si no lo veo, seguiré de largo rumbo a no sé donde.»
Mientras el colectivo se acercaba a su pueblo y por supuesto a la casa, su preocupación se tornó en agonía. No podía aguantar
más, la duda lo estaba carcomiendo por dentro. Decidió contárselo a su compañero de asiento, y enfrentó su problema y le contó todo. Una vez finalizado el relato, le pidió a este compañero de asiento lo siguiente:
-Por favor, señor, ya estamos acercándonos. Sería terrible para mí el no ver el pañuelo en el Naranjo. La angustia me tiene mal, podría mirar Usted y decirme si lo ve.
El compañero, empezó a sentir la misma desazón por la respuesta que debía darle al ver la planta, pero aceptó.
Entonces el muchacho se agachó y ocultó su rostro entre las rodillas. Al paso de unos cuantos kilómetros el compañero exclamó:
-¡Mira! No hay dudas. Este debe ser el Naranjo. No hay un pañuelo en el naranjo, sino docenas de pañuelos; ¡el naranjo está lleno de pañuelos!
Estupefacto, el joven miró por la ventana y vio que docenas de pañuelos cubrían por completo el naranjo. Era la manifestación de que el perdón de sus padres no tenía medida. ¡Había sido total, completo, perfecto!
Esta conmovedora historia nos lleva a reflexionar sobre lo profundo, y a la vez lo sencillo, que es el amor de Dios. Todos nos hemos alejado de la casa de nuestro Padre celestial. Hemos abandonado a nuestra familia espiritual y nos hemos ido lejos, a vivir como se nos antoja. Hemos hecho la vida material, sensual y egoísta. Y el resultado ha sido la pobreza, la amargura, la decepción y el encarcelamiento de nuestro espíritu.
¿Habrá perdón para el que voluntariamente se alejó de Dios? ¿Lo podrá perdonar Dios, o será por demás? Ésa es la pregunta que muchos se hacen con angustia. Si pudiéramos ahora mismo ver el naranjo en el patio de Dios, lo veríamos cargado de pañuelos blancos. Porque Dios, dice la Biblia, «es generoso para perdonar» (Isaías 55:7). En virtud de la muerte de su Hijo Jesucristo en la cruz, Dios nos ofrece a todos su perdón generoso, perfecto y eterno. Para quienes lo aceptamos y regresamos al seno de su hogar, su perdón no tiene medida. Busca tu naranjo, aunque no te hayas ido, tal vez solo te alejaste un poco, busca tu naranjo en los días de tribulación. Dios te bendiga.