Las personas hacen cosas muy locas cuando pierde el control. ¿Has visto alguna vez a un pequeño en medio de una rabieta? Patalea, llora y grita toda clase de tonterías. Se tira al piso, y agita descontroladamente sus bracitos y piernas en un cómico baile desesperado, fruto de su enojo. Parece que hubiera enloquecido.
¿Alguna vez has visto a un adolescente perder el control? En una oportunidad vi a uno de los mejores atletas de mi escuela dar un puñetazo tan fuerte a su armario que se quebró la mano y arruinó
su carrera deportiva
¿Alguna vez has visto perder el control a una joven madre que tiene dos niños en edad preescolar y su esposo nunca está en casa? No es muy agradable de ver. Lo más triste es que les grita a los pequeños simplemente por hacer las cosas que hacen los niños. En sus cabales, cualquier madre sabe que no es bueno actuar de esa manera, pero esta madre no está en su sano juicio… esta perturbada
¿Alguna vez has visto a un hombre perder el control? Puede ser verdaderamente temible, por el peligro que significa su poder y su fuerza descontrolada. El riesgo abarca desde la destrucción del hogar hasta el abuso del cónyuge e incluso la violencia contra sus propios hijos. Con un vocabulario que va desde las obscenidades hasta las amenazas que hielan la sangre, logra demostrar que esta realmente loco.
En nuestra cultura, las palabras “enojado” y “loco” son casi equivalentes. Es común que los hermanos se adviertan: “¡Cuidado, mamá (o papá) está como loca”. ¿Pero son sinónimos los conceptos de ira y locura? ¿La ira siempre tendrá que manifestarse en forma de locura desenfrenada, destructiva, peligrosa, fuera de control, violenta y pecaminosa?
La Biblia se ocupa muy bien de mantener separados los dos conceptos de ira y locura. “Si se enojan” (dice el apóstol Pablo a los cristianos de Éfeso) “no pequen” (Efesios 4:26). En otras palabras, está bien enojarse; está bien experimentar lo que el diccionario llama: “sentimientos fuertes de desagrado e indignación”. Pero, no está bien hacer berrinches, tirar las ollas, ni dar puñetazos. Según la Biblia hay formas constructivas de expresar la ira, pero no es fácil. Proverbios 16:32 dice: “Más vale ser paciente que valiente; más vale dominarse a si mismo que conquistar ciudades”.
¿Has perdido el control últimamente? ¿Les has gritado en forma irracional a tus hijos o los has golpeado en un arranque de ira? ¿Has hecho que tu cónyuge o tu mejor amigo se queden temblando por la fuerza de tus palabras amenazadoras? ¿Eres esa clase de persona que insulta al cajero del banco si comete un error? ¿Te descubres usando innecesariamente la bocina del vehículo en algún lugar? ¿Hiciste que alguna fiesta familiar se arruinara por tus estallidos de ira? ¿Sueles saturar el ambiente con tu irritabilidad?
Es más meritorio dominarse a si mismo, dice Proverbios, que ser un valiente héroe de guerra capaz de conquistar ciudades. A mí, lo mismo que a ti, me gustaría poder hacerlo. Sin embargo, casi siempre estoy muy lejos de lograrlo. ¿Por qué? ¿Por qué dejamos que esa poderosa emoción llamada ira tenga tanto control sobre nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones?
Este es el momento de proponernos dejar de darle lugar al enemigo y empezar a controlar esas emociones, por nuestra salud espiritual y por el bienestar de aquellos que bien nos quieren. Que te parece. Comenzamos. Evitemoslo una sola vez para probar. Dios te bendiga y te de fuerzas.