¡No niegue a Cristo!

Iba saliendo del trabajo con varias compañeras de oficina. Hablaban de diversos temas. Y justo cuando cruza el umbral de la puerta principal del edificio, se encontró a boca de jarro con alguien que la saludó amable:
-¡Hermana, que Dios la bendiga! Gusto en verla esta tarde. A propósito, el domingo no la vi en la iglesia--.
Ella se quedó mirándola y respondió con displicencia:
--¿Cómo le va? Me alegra que bien. Nos vemos luego—; y, dando vuelta, reemprendió la conversación con sus amigas.
--Oye, ¿no me digas que eres cristiana?—le preguntó una de ellas.
--No, quizá aquella mujer me confundió con alguien...—respondió e inmediatamente cambió de tema. Le avergonzaba que la identificaran como una creyente en Jesús.
En casa estaba arrepentida. "No entiendo por qué lo hice", murmuró. El domingo siguiente, estaba de nuevo en el templo. Y fue ella quien se adelantó a saludar a la cristiana. "Lamento no haberle prestado atención la vez pasada, pero es que iba de afán", se excusó.
Trataba de ocultar la realidad: le avergonzaba que la llamaran "cristiana". Temía temor de ser el blanco de críticas o de burlas. Por eso prefería callar acerca de sus convicciones.
¿Le suena familiar este incidente?Sin duda que el incidente le resulta familiar. Lo protagonizan a diario quienes se avergüenzan de identificarse como creyentes en Jesús. Lo niegan con sus palabras y con sus hechos. No son creyentes, más bien "asistentes a una iglesia" por conveniencia. Santos externamente, demonios por dentro.
Nos hace recordar a Pedro. Él hasta último instante juró que defendería a Jesús con su vida. Sin embargo, el Hijo de Dios—que conoce nuestros corazones—puso en evidencia que no sería así: "Pedro le dijo: --Señor, ¿por qué no puedo seguir ahora? ¡Estoy dispuesto a dar mi vida por ti! Jesús le respondió:--¿De veras estás dispuesto a dar tu vida por mí? Pues te aseguro que antes que cante el gallo, me negarás tres veces" (Juan 13:37, 38. Versión Popular).
¿Acaso niega usted a Jesucristo con sus pensamientos, con sus acciones o tal vez con su mal testimonio? Recuerde que, aunque Pedro dijo que defendería al amado Maestro, lo negó apenas tuvo oportunidad (leer Juan 18:15-18).
Revise su testimonio cristiano; es probable que tenga que aplicar muchos ajustes para que, en verdad, pueda andar conforme a la voluntad de Dios.