Muchos creyentes pueden completar, casi por instinto, esta afirmación: ¡Porque la paga del pecado es muerte?. Al leer esa oración, usted quizás dijo en voz alta y llenó el espacio en blanco con la palabra muerte. Todos sabemos lo que eso significa, ¿verdad? Este pasaje en Romanos 6:23 proclama lo que merecemos por nuestro pecado. Así es como nos vemos de vez en cuando, como inmundos pecadores que han escapado de la muerte.
El problema aquí es que muchísimos creyentes recuerdan sólo la primera parte de ese versículo, la parte que tiene que ver con nuestro pecado. Cuando nos concentramos en el pecado, no en la solución, nuestra perspectiva espiritual se desequilibra. El enfatizar el pecado dirige toda la atención al yo, a lo que yo he hecho, a cómo yo he actuado y a dónde yo he estado. Este egocentrismo nunca llevará a la serena seguridad de salvación que el Señor ha dado. Cuando nos concentramos en nosotros mismos, le dejamos poco espacio a Dios.
Así pues, al leer Romanos 6:23, el Señor quiere que nos concentremos, no en nuestro problema, sino en Su solución: …Mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro?. ¡Este pasaje no es una condenación por el pecado, sino una afirmación de salvación! El apóstol Pablo declara osadamente que Dios vio nuestra terrible situación, y tomó la iniciativa de salvarnos de una muerte horrible por causa del pecado.
El Padre celestial nos ha dado la salvación gratuita por misericordia. Y cuando el Todopoderoso nos hace un regalo, nadie puede quitárnoslo y nada puede impedir su permanencia (Ro. 8:35-39). Ésa es la seguridad que nuestro Señor quiere que tengamos.