Matthew Mungle toma bastante tiempo creando los personajes. Es como un cirujano que, escalpelo en mano, va dando forma al rostro y al cuerpo. El hombre, menudo y delgado, con una sonrisa amplia, es maquillador de artistas en los Estudios Universal, en Norteamérica.
Su tarea es que el actor asuma, en la cara y en ocasiones en el resto de su contextura, la personalidad que le corresponde en cada filme. Un trabajo más destacado lo realiza en CSI. También ganó un premio Oscar por su trabajo en la película "Drácula".
Lo paradójico es que Mattew no soporta ver la sangre. No obstante, le corresponde hacerlo. Para tener un arte final, en un personaje, debe pasar horas apreciando fotografías de personas muertas, con disparos o armas cortopunzantes. A él le corresponde recrear esas imágenes para que salgan lo más real posible en las películas.
Maquilla con diversas cremas y para dar la sensación de heridas verdaderas, debe acudir al látex. "Es una labor a la que me acostumbré hace ya bastante tiempo", asegura.
Su vocación le nació desde niño, cuando veía (en el pequeño teatro al que estaba acostumbrado a asistir) las representaciones de
Frankenstein o El fantasma de la ópera. No imaginó lo mucho que le impactarían aquellas imágenes. Desde entonces se fijó la meta de ser maquillador.
Leí la noticia a primera hora de la mañana. Decidí presentársela a ustedes como relato. El tap tap de mi computadora se hizo intenso y aquí está la historia que acaban de leer. Pero, ¿saben qué es lo más curioso? Que la labor de Matthew Mungle es disfrazar la realidad y presentar la cara de los actores, como lo exige el libreto.
Quizá se identifique conmigo en que millares de personas obran igual. Demuestran una felicidad que interiormente no sienten. Viven de apariencias.
Cuando la alegría es auténtica, se refleja en nuestro rostro, anotó el rey Salomón: "El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate." (Proverbios 15:13).
No hay simulación. Es real. Igual ocurre con su vida. Evidencia cómo se siente realmente, así quiera ocultarlo. Y quien trae la verdadera felicidad es Jesucristo en nuestro ser. ¿Ya lo recibiste como tu Señor y Salvador? Hoy es el día para que lo hagas. Y si lo hiciste ya, revaloriza el compromiso. Dios te bendiga.