No se pudo explicar fácilmente por qué razón estaba sentado frente a su escritorio, con la Biblia abierta en un evangelio, la libreta de notas con varios apuntes, algunos subrayados y dos libros más que estaban junto al computador.
Sin duda sus años pasados habían sido mejores, económicamente hablando. Como si en la mente proyectara una película, recordó cuando gerenciaba una empresa transportadora. Eran oficinas amplias desde las que despachaba. Vivía en una casa muy cómoda en un hermoso barrio de la ciudad. Sus hijos estudiaban en un colegio privilegiado e, invariablemente, todos los fines de semana se reunían con sus amistades, en clubes, en casas de familia y restaurantes. Nunca faltaba una actividad para llenar la agenda.
Bueno, pero esta vida plena –en su criterio, en aquél tiempo—estaba acompañada por una práctica que estuvo a punto de romper su matrimonio: El licor. Los encuentros amistosos generalmente concluían con cerveza, aguardiente, vodka o wisky. Y cada vez necesitaba más.
Siguió dando vueltas a las hojas de su Biblia. Lo hacía sin pensar, mientras que iba repasando escenas de su vida secular.
En cierta noche se emborrachó. Una de tantas, claro está. Y discutió por que alguien lo tropezó desprevenidamente. Estallo en ira. Su esposa trató de contenerlo. Alguien, en una mesa cercana, sonrió ante lo ridículo del incidente y él, de inmediato, la emprendió contra sus ocupantes. Haló con fuerza el mantel y echó por tierra platos recién servidos, copas y unos adornos. Pasada la resaca, comprobó que había hecho el ridículo.
Fue esa escena la que le llevó a comprender que ahora, con una relativa escasez de dinero pero con un matrimonio sólido y unos hijos con los que compartía el tiempo, realmente estaba disfrutando la existencia. Estaba tomando de Dios y sabía que, su futuro era prometedor. Nadie que sirve al Señor está rumbo al fracaso, concluyó...
¿Cuál es la vida plena?
Vida plena para muchos es consumir drogas, sumergirse en los placeres de la carne, beber hasta perder el sentido o trasnocharse en la bohemia. Para otros, vida plena está asociada con el juego, las apuestas o las emociones fuertes.
Si usted le pregunta a un cristiano, le dirá que vida plena es sinónimo de tener una muy buena relación con Dios. Es el primer paso. El segundo, relacionarse bien con sus semejantes. A partir de entonces, lo demás marcha bien.
Sobre este asunto de trascendencia, el autor sagrado escribió hace siglos: "Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado" (Salmo 16:4, 5).
Es probable que usted esté alejado de esa vida plena. Ha perdido sus minutos, horas, días, semanas y años yendo tras lo que le ofrece el mundo y que siempre le deja vacío. Píenselo. Usted puede vivir una vida plena, tomado de la mano de Señor Jesucristo. ¡Decídase hoy! Recíbalo en su corazón...