Despertó. Lo hizo abruptamente. La sorprendió el grito de alguien en la calle vendiendo pan. El hombre gritaba como un condenado. Más que un vendedor, parecía un heraldo de la antigüedad anunciando un bando del rey. Cuando abrió los ojos y tuvo conciencia de en dónde estaba, miró hacia un costado de la habitación y, allí estaba. La humedad había formado una figura. "Es Cristo. Se me apareció Cristo", murmuraba al tiempo que, con una mano, estrujaba a su esposo para que despertara. "Mira, es Cristo. Él está en nuestra casa".
Lo convenció. Y aunque al principio la conclusión a la que llegó era que debía reparar la tubería en mal estado, terminó pensando que en efecto veía la imagen sagrada en aquél manchón que se extendía sobre la superficie pintada de azul claro. Sus hijos terminaron creyendo, que en efecto, allí estaba el Hijo de Dios, mirándolos impasible desde n costado de la habitación.
Alguien lo contó a un vecino y él a otro y éste a otro más. Pronto nadie quería dejar pasar la oportunidad de ver a Jesús en un pedazo de argamasa. "Tienen razón—decían--. Este es el Cristo".
En poco tiempo habían encendido candelabros y velones en honor a la supuesta efigie; una mujer puso una venta de fritanga frente a la vivienda y dos avivatos comercializaron agua que, supuestamente, había manado de la mancha húmeda. "Es agua bendita... llévela, sólo a un valor mínimo".
El cura se indignó; el alcalde salió en la televisión expresando su gratitud a Dios porque había tenido misericordia de su pueblo, y don Jacinto, el empresario de transportes, dijo en una entrevista que ahora sí iba a promocionarse el turismo religioso, por cuenta de la aparición.
El paso de los días borró la imagen. Pero si usted va a El Cerrito, en el sur de Colombia, le dirán que allí está un Cristo y, si se queda cinco minutos más, lo convencerán de que es cierto.
¡No se deje engañar!
Sorprende que en nuestro tiempo millares de personas se dejen timar por los vivos que, amparándose en la religión, desatan engaño y viven de los más ingenuos. Han convertido la religión en un negocio; un lucrativo, próspero e impune negocio.
¿Qué opina Dios de tales prácticas? No concibe, por supuesto, que haya tanto crédulo tras las imágenes antes que seguir a Él; y, sin duda, no aprueba lo que hacen los avivatos.
¿Sabe usted en dónde radicó el que Israel sufriera múltiples fracasos en toda su historia de la antigüedad? En el hecho de que adoraban ídolos antes que al Dios vivo. La Biblia relata que "Además, los israelitas pronunciaron palabras impropias contra el Señor su Dios, y construyeron santuarios pagados en todas sus ciudades, lo mismo en las torres de vigilancia que en las ciudades fortificadas. También construyeron imágenes sagradas y representaciones de Asera en cada colina y bajo todo árbol frondoso.... Adoraron ídolos, cosa que el Señor les había prohibido expresamente" (2 Reyes 17:9-12. Versión Popular).
Contrario a lo que piensan muchos, adorar imágenes trae maldición porque además de deshonrar a Dios, es un factor que conduce al enfriamiento espiritual. ¡Hoy es el día para que abandone toda práctica idolátrica!...