¿Comprendes el valor de la justicia?

La orden llegó de la gerencia. Al principio no la discutió. Bastaba que llevara la firma de su superior para acatarla. Era indiscutible. Inapelable. Lo que le llamó la atención era la indicación perentoria para investigar a uno de los contadores. Él lo conocía como hombre probo. Años de compartir espacio de trabajo juntos, le convencieron de que era honesto. Transparente.
Le vio llegar. Reparó en el memorando interno y en él. Por un lado, la decisión de inculparle de supuestos malos manejos en compras de insumos, y por el otro, la certeza de que aquél hombre estaba al margen de cualquier mala negociación. Una verdadera disyuntiva.
Una revisión cuidadosa de los libros contables, de los movimientos financieros y de las órdenes de gasto, le llevaron a corroborar su inocencia. Pero, ¿qué de la orden recibida de su superior?
Una noche no pudo dormir. Ocurrió dos días después de recibir la imperiosa indicación de investigación a uno de los hombres de confianza. Y como una luz que iluminó la oscuridad de la noche, tuvo la certeza de que algo andaba mal, y a la mañana siguiente lo comprobó: el robo lo estaban propiciando otros.
Y cometió lo que para muchos era la peor estupidez. Lo defendió. Su jefe en el orden jerárquico lo trató de obstinado y lo acuso de desacatar la orden. Sin embargo, él permaneció firme. En su angustia, y aunque no asistía a ninguna congregación cristiana, buscó a Dios en procura de justicia. Y Él respondió. Todo salió a la luz. Se hizo justicia.
Dios es justo, y ama la justiciaUna de las características que rodean a nuestro amado Dios, es que es justo y ama la justicia. En Él podemos confiar. Es quien pelea nuestras batallas y saca a la luz lo verdadero.
En la Biblia leemos: "Porque la palabra de Dios es verdadera, y en su bondad pueden confiar. Dios ama que se haga justicia y se establezca el derecho. La tierra está llena del fiel amor del SEÑOR." (Salmo 33:4, 5. La Biblia, la Palabra de Dios para todos).
Usted y yo no debemos ni podemos siquiera concebir el hacernos cómplices de la injusticia. Por falsas acusaciones muchas prisiones de Latinoamérica están llenas de inocentes. No se hicieron las averiguaciones pertinentes. Simplemente se les imputó un delito que, sin duda, no cometieron.
Cuando alguien venga a usted con acusaciones contra otro, no lo crea porque simplemente se lo dicen. Créalo porque usted mismo lo corrobora, no por afirmaciones de terceros que, en muchas ocasiones, están viciadas de error, envidia y un velado propósito de causar daño.