Creyó en Dios hasta que consiguió dinero. Lo hizo a fuerza de compromiso con sus sueños. Sin duda no fue fácil. Pero cuando llegó a la cima de sus metas, se olvidó de Aquél que le había llevado a escalar con fortaleza cada peldaño; pero el poder lo tornó insensible. Se olvidó de todo y de todos. Pareciera que no necesitaba de ninguno.
Su empresa de procesamiento de textiles se encontraba en la zona industrial de la ciudad. La componían varias bodegas muy grandes. Eran un monumento al progreso y al esfuerzo personal. La envidia de muchos propietarios de negocios. "Estás progresando", le decían cada vez que le veían. Él se sentía en las nubes. Sonreía con orgullo y se limitaba a decir: "No es nada", pero muy dentro de él estaba convencido que estaba por encima de los demás.
Pero la desgracia llegó así como un día lo atropelló la abundancia. En cuestión de minutos. Avanzada la noche. Nadie supo explicar cómo. Los bomberos atribuyeron el incendio a un corto en el sistema eléctrico. Un investigador del cuerpo policial aseguró que se trataba de "manos criminales", aunque no pudo probarlo.
Lo que por años le costó bastante construir, en cuestión de pocas horas quedó reducido a las cenizas. Y algo más grave aún: no tenía un seguro que cubriera la totalidad del valor de las propiedades incineradas. Creyó oportuno ampararlas por menos. La compañía aseguradora pagó lo que correspondía por ley.
Ahora está comenzando de nuevo. No es fácil, como tampoco lo fue en su primera empresa. Pero lo intenta. Ha vuelto a la iglesia. Se lo puede apreciar muy consagrado, pidiéndole a Aquél que todo lo puede, que le ayude. "Esta vez será diferente—dice en sus oraciones--.Seré fiel a ti". Sin embargo es mentira. Él mismo lo sabe. Apenas alcance solidez, volverá a vivir para sí mismo...
¿Son sólidos sus planes?Los seres humanos tenemos una extraña inclinación a olvidarnos de todo y de todos cuando creemos que alcanzamos la cima. Es probable incluso que usted haya dejado de lado a quienes le ayudaron a subir la escalera hacia la realización personal.
El fracaso estriba, en: 1.- Olvidarnos de quien ha sido nuestro principal apoyo: Dios. 2.- Desechar la amistad de quienes nos ofrecieron su apoyo.
No podemos desconocer que todo en la vida es efímero. Solamente Dios permanece. Y son firmes, los planes que trazamos en Su voluntad, tal como leemos en las Escrituras: "Con una sola de sus órdenes, puede arruinar todos los planes de las naciones. Él puede estropear todos los proyectos de los pueblos. Pero su consejo permanecerá para siempre. Sus planes bondadosos continuarán realizándose de generación en generación" (Salmo 33:10, 11. La Palabra de Dios para todos).
En adelante, someta todos sus planes y proyectos en manos del Señor. Deje que sea Él quien los gobierne y tome el control. Con su ayuda, nada absolutamente nada será imposible. Además, los resultados serán firmes.