La superficie de la mesita de noche estaba llena con algunas pastillas, un reloj, papeles cuidadosamente doblados y un vaso de leche. Mi amiga estaba sentada en el borde de la cama. Eran las dos de la madrugada y no podía conciliar el sueño. Los minutos transcurrían muy lentos.
-Dios mío, ayudáme por favor. La situación en la que me encuentro es angustiosa (clamaba con las manos fuertemente unidas, hasta tal punto que los nudillos se estaban amoratando).
Su esposo estaba en la sala. Al no poder conciliar el sueño, buscaba matar el tiempo viendo televisión. Pretendía hacerlo, porque ante la gravedad de la situación, no hacía sino percibir imágenes que se sucedían rápidas una tras otra.
El clamor era reiterado. Tenía razón para hacerlo. Su hijo no regresaba aún. Estaba en las calles. Consumiendo alcohol y drogas. Era una situación declarada en su vida. A la postración en los vicios lo habían llevado los mal llamados amigos. Comenzó desde adolescente. Ahora todo había empeorado. Había llegado a robar. Sus padres estaban muy angustiados.
En medio de la preocupación, sometieron la situación a Dios. Reconocieron que no había alternativa. El Señor era la única alternativa.
Por fin escucharon a alguien intentando abrir la puerta. Era el muchacho. Se sentaron a dialogar. Él reconoció que estaba en problemas. Prometió someterse a un tratamiento de rehabilitación.
--Entiendo cómo se sienten, de verdad. Voy a poner todo de mi parte para rehabilitarme—les dijo.
La Biblia es clara cuando nos dice que las tormentas de la vida debemos ponerlas en los hombros de Aquél que todo lo puede. Solo así, vendrá la tranquilidad sobre nuestro ser. El Señor Jesús lo dijo a sus discípulos y también a nosotros: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo" (Juan 14:27).
Nuestro mayor error reside en querer resolver los problemas a nuestra manera. Si lo hacemos en Dios, depositando toda nuestra confianza en Él, todo será diferente. Lo pensás así. Si es así, ora por aquellos Hermanos en FE, que todavía dudan. Dios te bendiga.