Simplemente, espere en Dios...

No sabía por qué pareciera, aquella mañana, que el mundo entero se había confabulado en su contra. La empresa de taxis tardó demasiado en enviar un auto a recogerle. En la central terminal de transportes, había muchas colas para registrar el viaje y, justo cuando llegó a la ventanilla, le informaron que el vehículo interprovincial por el que preguntaba, había partido cinco minutos antes.
--¿Por qué no avisaron? Llevo bastante tiempo a la espera de ese viaje... ¡Dios, esto es el colmo!—se lamentó.
--La próxima vez—le dijo la empleada con todo displicente—llegue un poco más temprano--. Y siguió atendieron a alguien más. Era evidente que no le importaba el drama que estaba viviendo.
Debió esperar media hora más antes de estar a bordo del autobús que lo llevaría a su destino. Iba a dar una conferencia y, supuso durante el tránsito hacia aquél lugar, que el auditorio estaría lleno. Apenas ingresaron a la ciudad, comprobó que estaba cayendo un fuerte aguacero. Las gotas se estrellaban ruidosamente contra el parabrisas y, a primera vista, era el anticipo del diluvio universal. Ríos corrían por algunas calles.
Cuando por fin llegó a su destino, el sitio estaba literalmente vacío.
--Ya ve—le explicó el organizador--: la fuerte lluvia ha impedido que lleguen los invitados a la conferencia. Creo que deberemos esperar otra media hora, ¿no le parece?—
El hombre sonrió y comprendió, en ese instante, que los planes de Dios son insondables; pero además, que si estamos en el Plan de Dios, Él cuadrará absolutamente todo para que no haya contratiempos y podamos cumplir la misión para la que Él nos llamó.
No se desespere... espere en Dios
Con frecuencia los contratiempos llegan a nuestra vida. Tan sorpresivamente que nos roban la confianza que teníamos de que todo iba marchando "viento en popa". No es así, como comprobamos dolorosamente cuando algo sale mal.
No es fácil calmarnos cuando el mundo está en contra. Sin embargo es necesario hacerlo. Es la recomendación que nos da el apóstol Pablo. Y añade algo más: depositar toda nuestra confianza en Aquél que todo lo puede: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados." (Romanos 8:28).
Si usted ama al Señor y está en sus planes, tenga la convicción de que aunque todo parezca salir mal, finalmente se cumplirá la meta que el Padre celestial ha trazado para usted.
Confiar en Dios es un proceso. Pero debemos desarrollarlo, vivirlo, aprenderlo. No será cuestión de una hora, un día o una semana. Puede que le tome muchos años. Pero llegará a sentir la enorme paz que embarga nuestro corazón cuando, en medio de la tormenta, depositamos la confianza en nuestro Supremo Hacedor.